relato naufrago tapa400| LITERATURA | HOMENAJE GARCIA MARQUEZ, OCTAVIO PAZ Y JULIO CORTAZAR |

Sobre el realismo mágico y la ausencia de García Márquez

— por Paulo González Ramírez, redactor de © PuntoLatino —

La primera vez que escuché de García Márquez fue en la escuela y recuerdo que teníamos que leer un libro pequeñito de color azul con un hombre en una balsa y meneándose sobre las olas de un mar que me recordaba a los paseos que hacíamos con mi familia en la costa hermosa de mi país tropical. Cuando uno es niño tiende a ver todo lo que le rodea con mucha grandeza, las casas o los árboles, la escuela y los parques. Los potreros donde jugábamos bola o construíamos casitas de madera y nos imaginábamos grandes y con mucha fortaleza. El mar aunque sigue siendo enorme y misterioso era el centro de la vitalidad de ese libro tan especial. El mar era un personaje tan fatídico como solitario en la historia del Caldas, el barco que tenía que llegar a Cartagena. Sí, mi primer libro del colombiano fue un relato periodístico, el famoso relato de un náufrago. Mi primera lectura fue como mi primera mujer, nada excepcional. Desde ese entonces hasta hace varias semanas lo he releído varias veces. La experiencia ha mejorado mucho y puedo decir que estos escritores son como el vino, entre más pasa el tiempo son mejores. Lo añejo no quita lo elegante, lo indiscutiblemente bueno. Hace poco estuve en Cartagena y no pude evita evocar ese sentimiento que se tiene cuando se cree conocer algo pero se sabe que no lo conoce. Fue como caminar por un sueño en el que estaba despierto y sudando, inevitable en la ciudad colonial. Y también conocí un poco de la costa caribeña colombiana y me imaginaba como sería llegar a nado a la arena después¿es de haber pasado varios días sin comer y haber luchado con tiburones y tormentas. Recuerdo tan bien la portada de ese libro porque me llamó la atención la balsa pero más aún la gaviota, el pájaro de los marineros perdidos o los que buscan tierra. Durante la lectura nunca pude comprender el porqué un hombre con tanto esfuerzo caza una gaviota y no se la puede comer. Y esta solemne relación entre el instinto y la razón marcó esa lectura que la hice como estudiante y como persona. Cito: "Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre". Cómo un hombre o una mujer, en singularidad humana puede hablar y decir lo que piensa un ser sin ser un ser realmente. Y tan bueno un escritor que se decide a redactar un relato de forma periodística tan fenomenal y darle vida a los que escuchó de un ser humano que vivió esa experiencia. Y darle a la experiencia tanta vida, tanta belleza y tan magistral desarrollo.


En el realismo mágico tenemos una silla que camina o un gato que habla, fuma y bebe, también se enamora y se divorcia. Una casa tomada, preguntemos a Cortázar la sutileza de su cuento donde una casa se adueña de los hermanos. El temible y singular pueblo de Comala en México, en la montaña, en un desierto de piedras y arena donde no vive nada ni nadie ni nada ni nadie. También Macondo es un lugar simbólico y Buendía una parte de nuestra historia. El realismo mágico se fortalece por sí mismo y podemos observar como estos libros y sus personajes, esos lugares tan excepcionales nacen a la vida y forman parte de nuestra realidad. El mundo es mágico y a lo mejor nosotros somos los espejos.


El otro día después de saber de la muerte del gran escritor le preguntaba a una amiga y tú, dime, otro escritor tan querido y conocido en la actualidad, tan global como García Márquez no hay verdad. Claro que hay, me decía, pero como el colombiano sólo él. Y es que el autor de este Quijote latinoamericano «Cien años de soledad» era demasiado global. Y parte de esa internacionalidad fue su carisma y su cercanía con la gente, lo que hizo de su fama y talento algo común sin obviar el don magnífico de saber contar las historias y enamorar a tantas y tantos. Y por eso es una gran pérdida para la literatura y para la humanidad. Pero nadie vive para siempre y cuando se vive hay que vivir y contar lo que se pueda.


El universo mágico del escritor no nos podrá abandonar nunca, ni su análisis literario, periodístico y tampoco el estudio del tiempo y espacios de nuestra América Latina. Menos sus cuentos, menos sus palabras que hoy son universales como él desde su Macondo imaginario.

 

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