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Tatiana Huezo hace un llamado contra la indiferencia

PuntoLatino conversó con la cineasta sobre su película «Ausencias»


— por Luis Felipe Montes y Juan Fernando Palacio, redactores de ©PuntoLatino, Nyon 21 de abril 2015

 

Ya hay historia entre Tatiana Huezo y el festival cine de Nyon, Visions du réel. Aquí vino en 2011 a presentar su ópera prima, El lugar más pequeño, un conmovedor relato sobre un pueblo salvadoreño arrasado por la guerra y sobre los esfuerzos de sus habitantes por volver a levantarse. El festival reconoció su excelente factura y lo condecoró en esa ocasión con el Grand Prix. Su obra ganaría posteriormente más notoriedad internacional, con nominaciones y premios desde Lima hasta Jerusalén.


El trabajo de Huezo ha sido de nuevo seleccionado para participar en la versión 2015 de Visions du Réel. Su nueva obra, Ausencias (2015) es una película de 27 minutos que pone en primera plana los casos de desapariciones que padece México en la actualidad. En ella Lulú, una joven madre, narra su dolor y su incertidumbre a cuatro años de haber perdido a su esposo y a su hijo en un secuestro sin nunca más haber tenido noticias de ellos.


Es difícil catalogar Ausencias en un único género. "Las fronteras entre la ficción y el documental desaparecieron hace mucho", apunta su creadora. "Tal vez la diferencia real que existe es el compromiso que tú adquieres con las personas que te abren su vida para hablar de sus historias", dice.


"Encontrar mi voz en los otros". Con estas palabras aforísticas describe Tatiana Huezo su misión y su vida de cineasta.


El día del estreno mundial de Ausencias en el festival de Nyon, Huezo acogió a PuntoLatino en el Château de Bossey para hablar sobre su película. A su voz pausada y reflexiva la acompañaba un fondo primaveral de canto de pájaros en el jardín.

 


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Tatiana Huezo fotografiada por Juan Fernando Palacio en el lugar de la entrevista, el Castillo de Bossey.


 

— PuntoLatino: ¿Qué desea transmitir al espectador con la película Ausencias?


— Tatiana Huezo: Ausencias parte del profundo deseo personal de romper la indiferencia, de no ser cómplice del silencio que han pactado las autoridades del Estado y los medios de México. Nadie tiene la dimensión real de lo que está sucediendo actualmente en el país. No sé si como sociedad nos lleguemos a recuperar algún día de esta gran tragedia. El deseo entonces fue hacer que esta voz penetre un poco en el otro, que te acerque a lo que están viviendo miles de familias en el país en este momento.

 


— ¿Cómo llegó a la historia de Lulú en particular?


— Una colega salvadoreña me invita participar en un proyecto de crear una serie sobre desaparecidos, con relatos que van desde Centroamérica hasta Estados Unidos. En esta serie me correspondía el capítulo sobre México. El proyecto no ha continuado, pero las dos películas que surgieron de allí cobraron vida de manera independiente. Yo ya estaba inmersa en ese territorio de los desaparecidos por el largometraje que estaba realizando en paralelo.


El proceso de búsqueda de la protagonista fue muy largo. Fueron varios meses de tocar muchas puertas y acercarse a organizaciones no gubernamentales y a muchas personas que están trabajando con víctimas de desaparición. Lo difícil era que en muchos de los casos, siendo tan recientes, era casi imposible la verbalización de lo que están viviendo las familias. Como que el dolor lo llena todo, mientras que en las películas es necesaria una distancia para poder transmitir con cierta sobriedad, para colocar el drama en su justa medida y transmitir lo que quieres contar.


En esta búsqueda me llegó es testimonio de Lulú. Lo primero que me impactó es que se trataba de un niño de 8 años, "levantado" [secuestrado], – porque ese es el término que se usa ahora; la violencia ha trastocado todos los ámbitos de nuestra realidad, incluyendo el lenguaje. El niño, su padre y sus dos tíos fueron levantados en una carretera por un par de camionetas por gente fuertemente armada. El hecho de que se tratara de un niño fue algo que me movió el corazón porque yo también soy mamá. Hubo como un click. Cuando hablé por teléfono con Lulú y escuché la sobriedad de su expresión a pesar de las circunstancias, no hubo duda que era ella la protagonista de Ausencias.

 

 


TEXTURA Y FONDO


— En su película, es muy interesante el uso que hace de las tomas a las paredes vacías, a sus texturas y grietas, casi una insistencia visual en ello al inicio de la obra. ¿Cómo se decidió por esta vía? ¿Cuál era su intencionalidad?


— Durante la investigación yo hice una larga entrevista a Lulú para tratar de entender, y sentir, qué era lo que le pasaba. Lo que me transmitía su ser y su voz era un profundo vacío. Yo preparo mucho antes de rodar, necesito saber cómo lo voy a hacer, cómo lo voy a contar. Este vacío dictaba las directrices de cómo contar la historia. Yo sabía que el espacio de Lulú, su casa, su hogar, su mundo, tenía que ser totalmente simbólico; que las paredes de su casa estaban rotas, estaban llenas de agujeros, corroídas, metafóricamente hablando.

 



— También había muchos juegos de luz solar sobre las paredes; primero en la casa vacía, más cuadriculados, y luego en las paredes de la piscina el reflejo de la luz de las ondas del agua...


— Para mí el cine es luz y tiempo y sentimiento. En ese sentido siempre, con el fotógrafo, que es Ernesto Pardo, estamos muy atentos a la luz, a los rincones donde hay ciertas texturas, donde la luz te transmite alguna sensación. Y en esta casa la luz que entraba por las ventanas era justamente cortante, siempre hay una luz y una sombra. La luz terminaba de construir ese espacio simbólico y esta vida a 'media luz', aunque suene reiterativo. Ese limbo en el que se encuentra Lulú, ese estar pero no estar, es una sensación muy fuerte que ella me transmitía y los espacios que componen la película han ido caminando en ese sentido.


Alguien que tiene un familiar desaparecido está profundamente cansado. Está cansada su alma, está cansado su corazón, está cansada su cabeza, y Lulú vive intentando estar en el mundo con el objetivo de seguir luchando, de seguir buscando.

 


— Una escena sublime sucede en la piscina cuando la hija de Lulú, elevándose en la primera plana, se permite una sonrisa justo antes de lanzarse al agua, y en el mismo momento en que su madre narra cómo la redescubre. ¿Cómo fue la concepción y la confección de esa escena?


— La niña es la luz, ella es el sol. Como dice Lulú: "un día había una luz hermosa en la cocina, la volteé a ver y la vi a ella", porque ella se había olvidado de su hija. Siempre tenemos noticias de lo que viven y de lo que sucede con los desaparecidos. A mí me atrapó mucho de esta historia que ayuda a descubrir qué pasa con los que se quedan. La hija también se quedó perdida, también 'desapareció' de la vida de Lulú en este primer momento trágico. Hasta que por fin la redescubre y se dice, "¿cómo pude olvidarme de ella?"

 

 

— En cuanto al enfoque que le dio a la historia en el final, es posible suponer una disyuntiva muy difícil. O se 'deja' el dolor materno todavía más vivo para que la película ejerza más presión sobre los victimarios y sobre las instituciones, o se construye una narrativa de recuperación y de esperanza que opere como una suerte de salvación simbólica de la madre, a riesgo de que la exigencia de justicia que acarrea la película sea más sutil o hasta menos perceptible. Usted optó por la segunda vía. ¿Cómo tomó esta decisión? ¿Qué la motivó a hacerlo?

 

— Sí, eso es una lucha constante en las historias: con qué tono terminas, con qué sabor te quedas en la boca al final de las historias que ves en la pantalla. Me da mucho gusto saber que ustedes la hayan percibido así. Hablando narrativamente me cuesta mucho terminar como tan atorados. Esa es mi sensación cuando veo la película, que termina con una sensación de boca amarga, por más que la hija sea la luz y la continuidad de la vida.


Siempre es muy importante que en las historias haya luz y haya sombra, haya risa y haya dolor, que estén compuestas de una gama de grises, de diferentes colores. Si no hay luz la tragedia tampoco la podrías vivir. Si te quedas adentro de la tragedia esta se desgasta y no adquiere la fuerza que debe tener... si no tiene un contrapunto. En ese sentido, a mí me gusta nutrir las historias siempre de ambas partes.


Sin embargo, yo siento y percibo que en Ausencias no hay una catarsis. No hay una conclusión; es algo que se queda como contenido. Es algo que me revuelve cada vez que veo esta película. No hay un momento en el que te limpies, en el que digas "bueno, ya", en el que te alivie algo adentro del alma...

 


— ... ¿tal vez porque la historia sigue inconclusa, de hecho?

 

— Exacto, es porque la historia está inconclusa, y porque es así como está Lulú. La desaparición es algo terrible. Una de las aristas en las que me quise centrar para contar esta historia es justamente eso: un desaparecido no es un muerto. No hay duelo. No hay una tumba a donde ir a llorar. Siempre vas a estar en el medio, peleando, y con la grandísima incertidumbre de estos dos caminos, de estará vivo o estará muerto. Y eso es lo que afecta, lo que destruye, lo que rompe a esta mamá, y creo que a todas las mamás que tienen un hijo desaparecido.

 

 


INSPIRACIÓN Y FUTURO

— ¿Qué cineastas la inspiran? ¿Quiénes han sido importantes en su propia formación?

 

— Yo tengo mis guías, mis influencias, a las que siempre recurro y que me inspiran. Curiosamente muchos son de cine directo, muy distinto a lo que yo hago, pero creo que hay algo de fondo que se parece mucho, que tiene que ver con la mirada, con cómo acercarse al otro. Puedo mencionar al francés Raymond Depardon, el holandés Johan van der Keuken, el español José Luis Guerín, el ruso Víctor Kossakovsky, la japonesa Naomi Kawase, el mexicano Carlos Reygadas.


Hay muchos, la verdad. Son muchos los colegas a los que admiro profundamente.

 


— Háblenos del largometraje que está terminando de producir en este momento.

— Se trata de Tempestad. Es una película que acabo de rodar. Fue un largo rodaje y ahora estoy inmersa en el proceso de edición. Espero que la película esté terminada para finales de 2015. Tempestad es un híbrido entre el documental y la ficción, si bien la voz de la protagonista es la misma persona quien vivió los hechos. Es un viaje que cruza a México de norte a sur, que empieza en Matamoros y que termina en la Riviera Maya. Es la historia de una mujer que es encarcelada injustamente bajo cargo de tráfico de personas y que un año después es puesta en libertad. Ella regresa a su casa en autobuses a lo largo de todo el golfo de México. Durante el viaje sabemos qué le sucedió, cómo se encuentra, y es una historia que se va a cruzar con otras historias en el camino...

 

— ... ¿también habrá algo de luz que nos permita sobrevivir a la historia?

 

— ¡Ojalá! Es una historia muy negra... Es que el color del tiempo en México ahorita está muy oscuro. Es inevitable Después de haber hecho El lugar más pequeño me dije, "mi siguiente película es un musical". O sea, quiero reírme... quiero liberarme de este dolor, de esta cosa que pesa...

 


— ... ¿tal vez el musical venga después de tempestad?

— ¡Tal vez! (risas). Por ahora yo creo que es muy importante hablar del tiempo que estamos viviendo. México está ahorita ensombrecido y Tempestad habla de la sombra, habla del miedo y de la impunidad. Y habla de la dignidad, también, frente a ese miedo.

 

Luis Felipe Montes y Juan Fernando Palacio, redactores de ©PuntoLatino

 

 


huezo tatiana life400Sobre Tatiana Huezo
De nacionalidad mexicana y salvadoreña, Tatiana Huezo nació en San Salvador en 1972. La guerra en su país natal hace de México su segundo hogar desde la infancia, y el país donde adquiriría sus primeras bases de formación como cineasta. Estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y posteriormente en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Su vida ha transcurrido entre México, España y su El Salvador natal. Además de El lugar más pequeño (2011), en su etapa formativa Huezo realizó cortometrajes y documentales entre los cuales se destacan Ver, oír y callar (del largometraje El aula vacía), Retrato de familia, El ombligo del mundo, entre otros. [Fotografía: ©life.com]


 

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