|
| NOTAS DE CINE | COLOMBIA |
Los viajes del viento de Ciro Guerra (Colombia)
— Nota de Luis Vélez-Serrano de la sesión del 24.09.10., en el Xenix de Zúrich —
Tanto en la proyección de la serie colombiana del Xenix en Zúrich el 24.09.10., como en la clausura del Festival «Pantalla Latina» de San Gallen el 21.11.10, el público colmó la sala. En el caso de Zúrich, a pesar de la llovizna y de la simultánea realización de otro festival de cine en las mismas fechas. En Zúrich, Lucía Torres Gomez, docente de la Universidad de Medellín y estudiosa de la cinematografía colombiana, introdujo brevemente el filme, señalando la calidad del trabajo de Ciro Guerra, un autor de 29 años y advirtiendo que se trataba de una película histórica y no de una película musical. En efecto, el filme no se deja reducir a su aspecto puramente musical, a pesar de que desde el principio hasta el fin es la música, historia y mito de la música vallenata, la constante de esta obra. Constante que sirve para que una Colombia profunda desfile geográfica y étnicamente en el viaje de los dos personajes que articulan la trama.
La música está desde el empezar mismo, en las notas fúnebres de un entierro. Los juglares no son exclusividad del medioevo europeo. Aquí el «héroe» es un juglar vallenato, «enigmático» al decir de toda la crítica, que quiere devolver el acordeón a su anciano maestro, porque quiere no volver a tocar más. Acordeón, que se dice está «maldito»: habría pertenecido al mismísimo diablo [ver recuadro 2] y es imposible no tocar estando en su compañía, quien lo toca se convertirá en juglar. El enjuto juglar Ignacio Carrillo inicia así un viaje desde Magdalena en la costa caribeña hasta los extremos desérticos de la alta Guajira, cruzando poblaciones y poblados.
En el viaje se el une un joven cuyo propósito es aprender los secretos de la música. El juglar se resiste a romper su soledad pero finalmente acepta a regañadientes la compañía del muchacho. Mientras Carrillo viaja huyendo de la música, de su pasado, el joven (Fermin) viaja porque quiere aprender los secretos de la música, ser juglar: Fermin quiere un maestro, para ser como él.
El juglar viaja montado en un burro [recuadro 1], mientras el joven va a pié, cual Quijote y Sancho con papeles invertidos (el muchacho es el idealista, quiere tocar por amor y no por dinero). Como dice Oswaldo Osorio, ambos viajan en la misma dirección geográfica, pero emocionalmente en direcciones opuestas y valga la paradoja, esto les une para que cada uno cumpla su destino.
|
Geografía e Historia
El viaje, como tenemos dicho, se inicia en el Cesar de la costa caribeña y pasa por los diferentes relieves de la geografía colombiana, en decir del propio realizador Ciro Guerra, en las sabanas, la Serranía del Perijá, en la Sierra Nevada, en la Guajira, en la Cinéga del Magdalena, ...
Son dos elementos comunes a toda la crítica de este filme que hemos podido observar: casi todos señalan, además de la diversdiad geográfica, la multiculturalidad, los sincretismos culturales y mitológicos. Colombia tiene una ciencuentena de lenguas vernaculares, de las cuales en el filme se escuchan además del castellano, el bantú de palenque, el wayú, el aruhaco («todos los actores son de la región», confiesa Ciro Guerra).
El viaje
Los comentarios de prensa, como Terra, han repetido que se trata de un «Road Movie en burro». Mientras los personajes viajan en burro, — ironizan los comentaristas —, el equipo de producción necesitaba hacerlo en lancha, ferry, avión, canoas y camionetas 4x4.
Cuando Ignacio y Fermin, finalmente llegan a la morada del maestro, éste ya hacía tiempo que había emprendido el viaje sin retorno. Pero la mujer sabía que un juglar vendría a devolver el acordeón, lo hace pasar y el cuerpo ya medio momificado del maestro conserva aún en el bolsillo de su saco un mensaje. Antes de morir había pedido que no lo enterrasen antes de la llegada de ese «alguien». Cuando el juglar lo lee, agarra el acordeón e interpreta una música con todo su sentimiento y es la única vez que se destoca para tocar. El joven Fermín presencia la escena embargado por una profunda e incontenible emoción. El juglar viaja una vez más, esta vez en el tiempo y el muchacho emprende el viaje de retorno ...
|
El acordeón
Un tema que me interesa en las historias es el rol de los «personajes» sin forma humana. En este caso, el acordeón, que es mensajero, «se toca solito», reclama protagonismo en la trama, tiene esa «voluntad» narrativa que hace que no se le pueda agarrar por los cuernos o «cachos» en el filme. Pero estos personajes no antropomorfos serán objeto de otra notita dentro de algún tiempo ...
El mito
El viaje es un elemento mitológico en el plano general, el «acordeón del diablo» es otro, empero a nivel regional. ¿Qué colombiano o colombiana no ha escuchado hablar de este mito? El propio Ciro Guerra en la entrevista mencionada anteriormente confiesa a un periodista de «Semana», que la historia de «Francisco El Hombre» le llamó la atención con su duelo musical con el diablo «Esa historia se repite en el tango, en el blues, en el folk, en la música balcánica. Son variaciones del mito de Orfeo, que se enfrenta a Hades. Es un mito universal adaptado a un concepto local».
Luis Vélez-Serrano para © PuntoLatino
| los viajes del viento |
El acordeón del diablo
|